sábado, 13 de marzo de 2010

Y Les Refirio Una ParÁbola

Y Les Refirio Una ParÁbola
“Y les refirió una parábola sobre que es necesario orar siempre y no desmayar.” Lucas 18:1

La tentación mas común en la vida de intercesión es la falta de perseverancia. Empezamos a orar por cualquier cosa, hacemos muestras peticiones un día, una semana, un mes y si no recibimos una respuesta definitiva, inmediatamente desmayamos y cesamos de orar por aquello. Esto es una falta mortal. Ello es simplemente la trampa de muchas cosas que empezamos y no terminamos. En todas las esferas de la vida, esto es desastroso. El hombre que adquiere el hábito de empezar las cosas y dejarlas sin terminar, forma el hábito del fracaso. El hombre que empieza a orar por una cosa y no persiste hasta obtener la respuesta que desea, ha formado el mismo hábito en la oración. Desmayar, es fracasar. Entonces la derrota engendra desaliento e incredulidad en la realidad de la oración, lo cual es fatal para obtener cualquier éxito.
Algunos dicen: “¿Durante cuanto tiempo tenemos que orar?” “¿No venimos a un lugar donde podemos cesar de orar y dejar el asunto en las manos de Dios?”.
Solo hay una respuesta. Ora hasta que la cosa que pides se te ha concedido, o hasta tener la seguridad en tu corazón de que se te concederá. Cuando tenemos esta convicción es cuando podemos cesar de orar, porque la oración no consiste solamente en hablar con Dios, sino que es también una lucha con Satanás.
Y puesto que Dios usa nuestra intercesión como un factor poderoso en la victoria de esa lucha, Él solo, y no nosotros, debe de decidir cuando podemos cesar de hacer nuestras peticiones. Así que no debemos osar el dejar nuestra oración, hasta que recibamos la respuesta o tengamos la certeza de que vamos a recibirla.
En el primer caso, cesamos de orar porque podemos ver que es una realidad. En el segundo caso, no continuamos orando porque creemos, y la fe de nuestro corazón nos da la misma seguridad de que lo que esperamos es tan cierto como si lo estuviésemos viendo.
A medida que progresamos en la vida de oración, llegamos a experimentar y reconocer mas y mas la seguridad que Dios nos da y a conocer cuando debemos reposar tranquilamente en la misma, o continuar haciendo nuestra petición hasta recibirla.
La práctica de orar.

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