“Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.” Mateo 26:36
Es una cosa muy penosa el no tener que hacer nada en tiempo de crisis. En el Jardín de Getsemaní, de los 11 discípulos, a ocho se les dejó sin hacer nada. Jesús marchó al frente a orar, Pedro, Jacobo y Juan se fueron al centro para velar y los demás discípulos se sentaron en la parte posterior para esperar. Yo creo que aquellos que se quedaron detrás murmuraron. Estuvieron en el jardín, pero eso es todo lo que hicieron, en el cultivo de sus flores no tomaron parte alguna. Era un tiempo de crisis, de tempestad, de gran importancia y no obstante no se les permitió hacer trabajo alguno.
Tengo tú como yo a menudo hemos sentido esa experiencia y disgusto. Puede suceder que ahí se nos presente una gran oportunidad para servir cristianamente. A algunos se les envía al frente, a otros al centro, pero a nosotros se nos ha formado para que permanezcamos detrás. Quizás nos ha visitado la enfermedad, la pobreza o la deshonra y nos sentimos muy apenados. No podemos comprender el porque se nos ha excluido de tomar parte en la vida cristiana. Parece ser una cosa injusta que después de habérsenos permitido entrar en el jardín, no se nos haya asignado el hacer algo en el mismo.
¡Cálmate, alma mía, tú interpretas malamente los designios de Dios! Tú no estás excluido de tomar una parte en la vida cristiana. ¿Crees que en el jardín del Señor existe un lugar solamente para aquellos que andan y para aquellos que permanecen derechos.? No, posee un lugar consagrado para aquellos que están obligados a sentarse. En un verbo hay tres voces, activa, pasiva y neutra. Así también, hay tres voces en el verbo “vivir” de Cristo. Hay la voz activa, que es la de las almas que velan, van al frente y luchan hasta el amanecer. La voz pasiva, o sea la de las almas que velan, permanecen en el centro y cuenta a otros el progreso de la lucha. Y por último, existen las almas neutrales, que son aquellas que ni luchan, ni son espectadoras de la lucha, sino simplemente lo que tiene que hacer es recostarse.
Cuando paséis por esa experiencia, recordad que no estáis excluidos. Recordad que es Cristo el que dice: “Sentaos aquí.” Vuestro lugar en el jardín también ha sido consagrado. Posee un lugar especial. No es “el lugar de la lucha, ni el lugar de velar, sino el lugar de esperar.” Muchas personas vienen a este mundo no para realizar grandes obras, ni para llevar grandes cargas, sino solamente para existir, ellas representan los verbos en la forma neutra. Son las flores del jardín que no se les ha asignado una misión activa. No han adornado ninguna mesa y han pasado desapercibidas de Pedro, Jacobo y Juan.
Pero han alegrado la vista de Jesús. Meramente con su perfume y belleza en el valle han elevado el corazón del Maestro. 
Tú no tienes necesidad de murmurar, si eres una de estas flores.!
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