“Será llamado Emmanuel.... Dios con nosotros.” Mateo 1:23
“Príncipe de Paz.” Isaías 9:6
Hace algunos años se publicó una postal de Navidad que llamó mucho la atención. Dicha postal se titulaba: “Si Cristo no hubiese venido”
Tenía un fundamento en las palabras de nuestro Salvador, “Si yo no hubiese venido”. La postal representaba a un pastor evangélico que en la mañana de Navidad se había quedado dormido en su despacho, y soñaba en un mundo en que Jesús nunca había venido.
En su sueño, creía que estaba en su casa y no podía ver las botas y calcetines que en dicha festividad los niños colocan junto a la chimenea, ni campanitas de Navidad, ni coronas de acebo, ni Jesús para consolar, alegrar y salvar. Salió por las calles y no encontró iglesias con sus espirales señalando hacia el cielo.
Volvió a casa, se sentó en su biblioteca, pero todos los libros que hablaban del Maestro habían desaparecido.
Soñó la campanilla de la puerta y un joven le dijo que fuese a visitar a su pobre madre que estaba muriéndose. Inmediatamente se fue con el hijo desconsolado para confortar a la madre y al llegar a la casa se sentó a la cabecera de la cama y dijo: “Tengo algo que podría consolarla”. Abrió su Biblia para buscar una promesa familiar, pero ella terminaba en Malaquías y no había ni Evangelio, ni promesa de esperanza y salvación, así que lo único que pudo hacer fue inclinar su cabeza y llorar con ella con amargura y desesperación.
Dos días después, se encontraba junto al ataúd de la mujer, conduciendo su funeral, pero no había ningún mensaje de consuelo, ni palabras referentes a la gloriosa resurrección, ni un cielo abierto, sino solamente “polvo al polvo, cenizas y cenizas, y una larga y eterna despedida”. Finalmente se dio cuenta que “El no había venido” y comenzó a llorar amargamente en su sueño pesaroso.
De repente despertó, y un gran grito de gozo y alabanza salió de sus labios cuando oyó cantar al coro de su iglesia que estaba junto a su casa.
“Venid fieles todos, a Belén marchemos,
Alegres , triunfantes, henchidos de amor.
Al Dios de los cielos, humilde veremos.
Venid adoremos, venid adoremos,
venid adoremos a Cristo el Señor.”
Alegrémonos y gocémonos hoy porque “El ha venido”. Y recordemos la anunciación del ángel, “He aquí os traigo nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo el Señor.” Lucas 2:10-11
Pidamos a Dios que nos utilice para ayudar y extender Su reino entre aquellos que viven en países paganos y carecen de un bendito día de Navidad. “Id, comed carnes gordas y bebed vinos sabrosos, y ENVIAD PORCIONES A AQUELLOS PARA QUIENES NADIE HA HECHO PORVISIÓN.” Nehemías 8:10
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