jueves, 17 de marzo de 2011

Entonces creyeron a sus palabras,

Entonces creyeron a sus palabras, y cantaron su alabanza. Apresurándose, olvidánronse de sus obras, no esperaron en su consejo y desearon con ansia en el desierto, y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron, mas envió flaqueza en sus almas.” Salmo 106:12-15


Leemos acerca de Moisés, que “él se sostuvo como viendo al Invisible”. Exactamente todo lo contrario era cierto de los hijos de Israel. Ellos solamente perseveraron cuando las circunstancias les eran favorables, en gran manera ellos eran dirigidos por las cosas que apelaban a sus sentidos en vez de depender en el Dios eterno e invisible.
Hoy día, un gran número de personas viven una vida cristiana intermitente, porque han llegado a ocuparse de lo exterior, y dependen de las circunstancias en vez de depender de Dios. Dios desea que veamos a Él en todas las cosas, y que no llamemos pequeño a nada si ello es un medio portador de su mensaje.
Aquí leemos de los hijos de Israel, “Entonces creyeron a sus palabras.” No creyeron hasta después que vieron, cuando vieron a Él obrando, entonces creyeron. Verdaderamente, ellos dudaron en Dios cuando vinieron al Mar Rojo, pero cuando Dios abrió el camino, y los condujo por medio y vieron ahogarse a Faraón y su ejército, “entonces creyeron.”
Ellos vivieron una vida de acá para allá, a causa de esta clase de fe, tenían una fe que dependía de las circunstancias. Esta no es la clase de fe que Dios desea que poseamos.
El mundo dice “Ver para creer”, pero Dios quiere que creamos para que podamos ver. El Salmista dijo, “Hubiera yo desmayado, si no creyese que tengo que ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.”
¿Crees en Dios solamente cuando las circunstancias te son favorables? ¿O crees cualquiera sean las circunstancias en que te encuentras?
C. H. P.

Fe es el creer lo que no vemos, y la recompensa de esta fe consiste en ver lo que creemos.
San Agustín

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