“Al que cree todo es posible.” Marcos 9:23

Esto no quiere decir que simplemente con pedir “todo es posible”, por la razón de que Dios siempre está obrando para enseñarnos el camino de la fe y en nuestro entrenamiento de la vida de la fe, paciencia de la fe, el valor de la fe, y muchas veces tenemos que pasar por muchos estados antes de darnos verdaderamente cuenta de lo que es el fin de la fe, la victoria de la fe.
La fibra moral que desarrolla por medio de la disciplina de la fe. Cuando has hecho tu petición a Dios y no has recibido la respuesta. ¿Que piensas hacer?
Cree en la TORAH de Dios. No dejes de creerla aunque veas lo que veas y sientas lo que sientas y permaneciendo firme has de desarrollar una gran experiencia y un mayor poder. El hecho de ver la contradicción aparente de la TORAH de Dios y que tu fe permanece inalterada te hace que seas poderoso en todas las demás cosas.
Con frecuencia, Dios intencionadamente tarde en contestarnos, pero su tardanza, es tanto una respuesta a nuestras oraciones, como lo es el mismo cumplimiento de la petición cuando esto se vea.
En las vidas de todos los personajes bíblicos, Dios obró de esta manera. Abraham, Moisés y Elías no fueron grandes hombres al principio, sino que fueron hechos grandes por medio de la disciplina de su fe, y solo de esta manera pudieron ponerse en condiciones para ser aptos para los cargos a que Dios los había llamado.
Por ejemplo, en el caso de José a quien el Señor había estado preparando para el trono de Egipto, leemos en el Salmo 105:19 “La palabra (el dicho) del Señor lo probó.” No fue la vida de la prisión con su cama endurecida y el mal alimento lo que lo probó, sino que fue la palabra de Dios que habló a su corazón en los primeros años referente a que su elevación y honor sería mayor que el que sus hermanos iban a recibir. Esto fue lo que él siempre tenía delante de sí, cuando cada paso en su carrera parecía cada vez mas imposible que esto se cumpliese, hasta que se le encarceló inocentemente mientras libertaban a otros que quizás estaban por justicia encarcelados, y a él solo se le dejaba allí languidecer.
Estas fueron horas que probaron su alma, pero horas de crecimiento y desarrollo espiritual que, “cuando su palabra vino” (la palabra libertadora), LA torah, lo encontró en condiciones para la delicada tarea de tratar a sus perversos hermanos con un amor y paciencia excedido solamente por Dios.
Ninguna clase de persecución puede probarnos como estas experiencias. Cuando Dios dice que va a realizar Sus propósitos y pasan los días sin llevarlos a cabo, verdaderamente esto es duro para nosotros, pero es una disciplina de la fe que ha de traernos tal conocimiento de Dios, que nos sería imposible poder adquirir de otra manera.