Y Dijo Jacob
“Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová que me dijiste: “Vuélvete a tu tierra y a tu parentela y yo te haré bien, líbrame.” Génesis 32:9-11
En aquella oración hay muchos síntomas saludables. En algunos respectos puede servirnos como un molde en el cual podemos derramar nuestros espíritus cuando se hallan derretidos en el horno abrasador de la aflicción.
Él comenzó citando la promesa de Dios: “Tú que me dijiste”. Él hizo esto dos veces (9 y 12). El tenía a Dios en su poder. El mismo Dios se pone a nuestro alcance en Sus promesas, y cuando podemos decir a Él “Tú dijiste”, Él no puede decir “No”. Necesariamente Él tiene que hacer lo que ha dicho. Si Herodes era tan particular a causa de su juramento, ¿Qué no será Dios? Está seguro en la oración y afiánzate en la promesa, ello te dará la fortaleza suficiente para forzar las puertas del cielo y entrar en él a la fuerza.
Porciones prácticas para la vida de oración.
Jesús quiere que seamos claros en nuestras peticiones y que pidamos alguna cosa especial. “¿Qué queréis que os haga?”, es la pregunta que Él hace a cada uno de los que a Él acuden en estado de aflicción o cuando son probados. Haz tus peticiones con un celo determinado si deseas recibir respuestas claras. El no tener objeto ni ser claro en la oración es la causa de tantas oraciones aparentemente sin contestar. Sé claro en tu petición. Rellena tu cheque para algo determinado, y se te pagará en el banco del Cielo cuando se presente en el nombre de Jesús. Atrévete a ser claro con Dios.
Seleccionado.
Miss Havergal ha dicho: “Cada año y aún podría decir, cada día que vivo, me parece que veo mas claramente como todo el reposo , la alegría y el poder de la vida cristiana giran alrededor de una cosa. Dicha cosa consiste en recibir la Palabra de Dios, en creer que Él hace exactamente lo que dice, y en aceptar las mismas palabras en que El revela Su bondad y gracia, sin sustituir dichas palabras por otras o alterar los modos y tiempos que Él ha creído conveniente usar.”
Trae contigo la Palabra de Cristo, Sus promesas, Su sacrificio y Su sangre y ni una sola de las bendiciones celestiales se te negarán.
Adam Clarke.
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