Por Tanto Teniendo Un Gran Pontifice
“Por tanto, teniendo un gran Pontífice...... Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión..... Lleguemos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:14-16
Nuestro gran Ayudador en la oración es el Señor Jesucristo, nuestro Abogado, con el Padre, nuestro Sumo Pontífice, cuyo principal ministerio para nosotros en estos siglos, ha sido la intercesión y la oración. Él es quien toma de nuestras manos nuestras imperfectas peticiones, las limpia de sus defectos, corrige sus faltas y entonces pide las respuestas de Su Padre, por Su propia cuenta y por medio de todos Sus méritos redentores.
Hermano, ¿estás debilitándote en la oración? Eleva tu mirada y vé, que tu bendito Abogado ya ha pedido tu respuesta, y lo afligirás y disgustarás si abandonases el conflicto en el preciso momento cuando la victoria marcha a tu encuentro. Él tiene nombre en las palmas de Sus manos, y el mensajero que va a traerte tu bendición ya está de camino, lo único que el Espíritu está esperando es que confíes para que pueda susurrar en tu corazón el eco de la respuesta desde el trono, “Concedido”.
A. B. Simpson
El Espíritu juega un papel importantísimo en nuestras oraciones, y nosotros descuidamos grandemente el recurrir a Él en nuestras súplicas. Él ilumina la mente para ver sus deseos, ablanda el corazón para que los sienta, aviva nuestros deseos después de surtirlos convenientemente, da una perspectiva clara del poder de Dios, de Su sabiduría y gracia para consolarnos e incitar aquella confianza en Su verdad que excluye toda clase de duda. La oración por consiguiente, es una cosa grandiosa. En toda oración aceptable, interviene la Trinidad.
J. Angell James
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