lunes, 19 de julio de 2010

Y cuando se paraban y aflojaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas

Y cuando se paraban y aflojaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas." Ezequiel 1:25


La gente pregunta con frecuencia, ¿cómo puede oírse la voz de Dios? He aquí el secreto. Oyeron la voz cuando se pararon y dejaron caer sus alas. Hemos visto un pájaro revoloteando, y aunque estaba parado, sus alas estaban revoloteando. Pero aquí se nos dice que oyeron la voz cuando pararon y cesaron de mover sus alas.
¿No nos arrodillamos o sentamos algunas veces delante del Señor y sin embargo nos damos cuenta de cierto revoloteo en nuestro espíritu? No sentimos como debiéramos, una verdadera paz en su presencia.
Hace unos días, una buena amiga me habló acerca de una cosa por la que había orado, "Pero" me dijo, "no esperé, a que viniese la respuesta."
Ella no se mantuvo lo suficientemente quieta, para oír a Él hablar, sino que se marchó y siguió sus propios pensamientos en el asunto. Y el resultado fue desastroso y tuvo que volver a lo andado.
¡Cuanta energía se desperdicia! ¡Cuanto tiempo se pierde por no parar las alas de nuestro espíritu y permanecer silenciosos delante de Él! ¡Cuán grande es la calma , el reposo y la paz que recibimos cuando esperamos en su presencia hasta que le oímos! ¡Ah! entonces podemos caminar como el relámpago y no retroceder en nuestra marcha, sino seguir derechos hacia delante dondequiera que el Espíritu vaya. (Ezequiel 1:1, 20)

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