“Escóndete en el arroyo de Cherrith” 1º Reyes 17:3
Los siervos de Dios deben de aprender el valor de la vida oculta. El hombre que ha de ocupar un lugar prominente entre sus compañeros, debe de ocupar un lugar humilde delante de su Dios. No debemos sorprendernos si algunas veces dice nuestro Padre: “Hijo, en ese lugar ya has tenido bastante precipitación, publicidad y excitación, ahora quítate de allí, y escóndete en el arroyo, ocúltate tú mismo en el Cherith del mal aposento o en Cherith de la pérdida, o en algún lugar solitario de donde la multitud se ha retirado.
Dichoso es aquel que pueda decir: “Tu voluntad es también la mía, acudo a Ti para esconderme. Escóndeme en lo secreto de Tu Tabernáculo, y bajo el refugio de Tus alas”.
Cualquier alma santa que quiera ejercer un gran poder con los hombres tiene que ganarlo escondido en un Cherith. La adquisición del poder espiritual es imposible a no ser que podamos escondernos donde podamos absorber el poder del Dios eterno, lo mismo que la vegetación a través de los siglos absorbió las cualidades de la luz del sol, y ahora los devuelve por medio de carbón ardiente.
El obispo Andrew, tiene su Cherith, en el cual pasaba cinco horas diarias en la oración y en la devoción. John Welsh también lo tuvo. Él creía que el día que transcurría sin haber pasado ocho o diez horas en comunión encerrado en su gabinete, era un día malgastado. David Brainerd tuvo su Cherith en los bosques de Norte América. Christmas Evans, lo tuvo en sus viajes largos y solitarios entre las colinas de Gales. 
Podemos retroceder a aquella edad bendita de la cual empezamos a fechar los siglos. Patmos, el lugar de apartamiento de las prisiones romanas, el desierto de Arabia, las colinas y valles de Palestina, son memorables para siempre, como Cheriths de aquellos que han formado nuestro mundo moderno.
Nuestro Señor encontró Su Cherith en Nazaret y en el desierto de Judea, entre las olivas de Betania y la soledad de Gadara. Por lo tanto, ninguno de nosotros puede quitarse de encima su Cherith donde los sonidos de las voces humanas son cambiadas por las aguas procedentes del trono, y donde podemos probar la dulzura y absolver el poder de una vida escondida con Cristo. 
Elijah by Meyer
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